Mantarraya de Arrecife

Manta alfredi

La mantarraya de arrecife es un pez cartilaginoso de gran tamaño, aunque menos grande que la mantarraya gigante (Manta birostris). Hasta el 2009 las mantarrayas eran englobadas en una sola especie, pero con base en diversos estudios los científicos se dieron cuenta de que se trataba de dos especies diferentes.

Descripción

Morfología. La mantarraya de arrecife cuenta con un cuerpo grande y dos aletas pectorales con forma triangular que recuerdan las alas de un ave. Por eso, no es extraño que la gente se refiera a las mantarrayas como “las aves del mar”. Desde la boca se extienden unas estructuras que se denominan “lóbulos cefálicos”, los cuales se enrollan cuando el animal se encuentra nadando.

Hasta el 2009 las mantarrayas eran englobadas en una sola especie, hasta que finalmente fueron separadas en dos especies diferentes.

Su característico cuerpo es ancho y largo con un “disco” central y finaliza en una cola semejante a un látigo. Su boca es rectangular. La zona superior del cuerpo posee una pequeña aleta dorsal mientras que la zona inferior cercana a la boca ostenta las branquias por las cuales obtiene oxígeno del agua. Su mandíbula inferior alberga varios dientes pequeñísimos de 1 o 2 milímetros de longitud.

Peso y tamaño. Las hembras de la especie presentan un tamaño mayor que el de los machos, por lo que existe dimorfismo sexual. El tamaño del “disco” de un individuo puede llegar a medir hasta 5.5 metros de ancho pero suele ser dos veces más largo que ancho. Lo más común es que el “disco” mida entre 3 y 3.5 metros. Los individuos alcanzan un peso de hasta 1.4 toneladas.

Coloración. El patrón de coloración más usual es: color negro u oscuro en la parte superior del cuerpo y blanco en la inferior. Los hombros suelen estar salpicados con manchones claros y redondos que se esfuman a medida que descienden por el cuerpo. Tiene manchas ventrales oscuras y un tono claro en la punta de las aletas pectorales. La boca también presenta un tono blanco o grisáceo.

Distribución y hábitat

La especie se encuentra en los océanos Índico, Pacífico y Atlántico, en aguas tropicales y subtropicales. No obstante, su distribución no es uniforme y sí está fragmentada.

Se ha producido una mayor cantidad de avistamientos en el océano Índico, sobre todo desde el mar Rojo hasta Sudáfrica en el oeste del océano y desde Tailandia hasta el oeste de Australia en el Índico oriental. En aguas del Pacífico se extiende desde la isla Honshu y las islas Ryūkyū en Japón hasta las islas Solitarias, la Polinesia Francesa y el Archipiélago de Hawái. Los avistamientos en el océano Atlántico han sido realmente muy pocos y se han reducido a la zona norte.

Sus hábitats suelen encontrarse cerca de las costas y se le encuentra principalmente cerca de corales y arrecifes rocosos y alrededor de atolones, bahías, grupos de islas y montes submarinos.

Datos sobre la mantarraya de arrecife
Mantarraya de arrecife – Manta alfredi

Alimentación

La mantarraya de arrecife es un animal grande, pero se alimenta de seres pequeñísimos llamados plancton. Específicamente, zooplancton. Sus dientes le son inútiles al comer, ya que la especie filtra el alimento por medio de unas placas llamadas branquiespinas que se encuentran en sus branquias ventrales. Al momento de comer sus lóbulos cefálicos se desenrollan y extienden para permitir la entrada de agua hacia la boca.

Comportamiento

Como parte de su migración, un individuo puede recorrer entre 270 y 500 kilómetros al año.

Manta alfredi se distingue por ser una especie que se reúne en grupos cuando se alimenta y es capaz de viajar junto con otros individuos. Dado que a su piel suelen adherirse parásitos, tiene la costumbre de visitar “estaciones de limpieza” en arrecifes de coral, donde los peces pequeños eliminan los organismos de su piel. Se presume que otra forma de eliminar los parásitos es saltar fuera del agua, aunque esta práctica también podría servir como una forma de comunicación o hasta de juego. Curiosamente, algunas mantarrayas de arrecife pueden dar saltos mortales lentamente cuando se alimentan.

Realiza migraciones estacionales que cubren cientos de kilómetros y migraciones diarias que se extienden hasta unos 70 kilómetros. En términos anuales, un individuo puede recorrer entre 270 y 500 kilómetros.

Reproducción

Los expertos sugieren que las hembras maduran entre los 8 y los 10 años de edad en tanto los machos lo hacen a una edad más temprana, aproximadamente a los 6 años. La fecundidad es baja considerando que se trata de animales emparentados con los tiburones, y las hembras normalmente tienen 1 cría y de vez en cuando 2.

En temporada de reproducción los machos persiguen a la hembra para aparearse con ella; el cortejo puede durar unas 2 horas. Eventualmente, uno de los machos muerde la punta de una aleta pectoral femenina y transfiere el esperma por medio de uno de sus pterigopodios (los pterigopodios son órganos copuladores masculinos) durante 15-35 segundos. De este modo, la fecundación es interna, y posteriormente el macho se aleja definitivamente de la hembra.

En el interior de ella se desarrollan huevos que son incubados ahí mismo durante unos 12 meses hasta que eclosionan. Las mantarrayas dan a luz crías vivas, generalmente en horas de la noche.

Amenazas y conservación

Sus depredadores naturales son los grandes tiburones, las orcas (Orcinus orca) y las falsas orcas (Pseudorca crassidens). Si es atacada y herida, sus tejidos se regeneran rápidamente.

La pesca en cualquiera de sus formas es la amenaza más grande para su supervivencia. Los seres humanos cazan mantarrayas para usar su carne como alimento y su hígado para obtener aceite y usarla en remedios medicinales locales. Sus branquiespinas y su piel también tienen cabida en el mercado, y muchas veces ellas mismas son atrapadas para mantenerse en cautiverio.

Figura en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como especie “Vulnerable”. En Estados Unidos, Filipinas, Maldivas y Australia occidental existen leyes y áreas naturales que protegen su vida e incluso prohíben su pesca. Sin embargo, los esfuerzos de conservación no tienen un alcance extenso como en el caso de otras especies.

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